Una mañana de abril Bajo fuertes chaparrones
brillando aún los luceros a la pulpería llegan.
un grupo de peregrinos Aunque algunos despistados,
rumbo a Galicia partieron. se van, hacia la cantera
Bolsas, paraguas, bastones, Pero en el «Bar Ezequiel»
mochilas y chubasqueros se alegran los corazones:
que por todos los rincones, hermoso plato de pulpo
del maletero pusieron. y Ribeiro en los tazones
Unos de la Trinidad Ya metidos en la marcha,
y otros, del Perchel salieron. algunos, no se dan tregua,
Algunos en autobús, y cogiendo carrerilla,
otros, en AVE se fueron. se han pasado de la meta.
Tras atravesar España, Por error del «ge pe ese»
por fin en Lugo se vieron. tuvieron varios problemas:
Algunas vicisitudes el autobús se atascó
en el hotel, ya tuvieron. y se enfadó la gallega.
La tapa del vater suelta, Al final, cerca del Santo,
la alfombrilla que no está, ¡Vaya emoción mas sincera
el mando, un rompecabezas. impregnados del incienso
Del menú, mejor no hablar. que el incensario esparciera!
Por fin, en Portomarín, Llegados a Salamanca
el camino se comienza. saludaron a la guia,
Entre brezos y camelias, que la ciudad les mostraba
¡Qué estampas se ven, más bellas! mientras llovía… y llovía.
¡Qué hermosura de paisaje! Como final del viaje,
¡Qué aire tan puro, tan fresco! un menú muy excelente:
¡Y qué campestre olores huevos fritos con jamón
de las vacas y los cerdos! servidos en buen ambiente.
¡Corred, aquí ponen sellos! Y aquí se acaba señores,
todos anhelantes llegan, esta historia tan sencilla,
cual niño que con amigos, sucedida a malagueños
su álbum de cromos completa. que de peregrinos iban.
Dedicado a mis compañeros del Camino. Abril 2.015. Autora:María Jiménez
Editado: A. Abu