Vie. Abr 19th, 2024

El tercer  fin de semana  de este mes de febrero 56 compañeros del Centro tuvimos la suerte de pasarlo en Sevilla con el fin de admirar las espléndidas pinturas del maestro del Barroco español, el sevillano Bartolomé Esteban Murillo y además, con la fortuna de la compañía de dos amables y competentes guías que estuvieron todo el tiempo con nosotros y nos acompañaron constantemente y con acertados comentarios de los lugares que visitamos.

Salimos a las 15:30 h. con parada en la localidad de Aguadulce para merendar y llegamos a Sevilla para cenar, retraso debido al atasco de tráfico que encontramos en la entrada a esa ciudad.

Después del reparto de habitaciones y terminada la cena, nuestras guías nos ofrecieron la posibilidad de efectuar un paseo por el barrio de Triana y de ese modo, comprobar lo bonita que está la calle Betis, el puente de Triana (de Isabel II) y el Centro de Sevilla iluminado y contemplado desde el otro lado del río. Y, por supuesto el bullicioso ambiente de esa zona de bares. Precioso el paseo, aunque hubo quien llegó cansado después de andar unas tres horas.

El sábado recorrimos el céntrico barrio de Santa Cruz con sus callejuelas recuperadas para la exposición Iberoamericana de 1929 y a las 12 h. en la catedral para ver la exposición “Murillo, la mirada de la santidad”, además de un corto recorrido por el interior del mayor templo gótico de la Cristiandad y, quien quiso y se animó, subió a la Giralda. En la catedral pudimos ver unos cuantos lienzos de Murillo, como son “La visión de san Antonio de Papua; El Ángel de la Guarda; Fernando III el Santo; San Isidoro y San Leandro, entre otros. Y empapados de Murillo, regreso al albergue para comer.

Por la tarde vimos la exposición “Murillo y los capuchinos de Sevilla” en el museo de Bellas Artes. Exposición que ofrece la reconstrucción completa de las pinturas que Murillo efectuó para el convento tras el contrato con los monjes capuchinos y que el mariscal francés Soult saqueó durante la guerra de la Independencia y de ese modo, las pinturas salieron de España. Este general hizo lo mismo en el hospital de la Caridad con las pinturas de Murillo, dejando las de Valdés Leal que por el tema tratado (jeroglíficos de las postrimerías) no le gustaron. Tras la visita hicimos un corto recorrido por algunas calles céntricas sevillanas, entre ellas la espectacular plaza de “las Setas”.  Y vuelta al albergue para cenar.

El domingo nos levantamos temprano para desayunar y después de dejar las maletas en el autobús, el conductor nos dejó todo lo cerca que le fue posible (para algunos muy lejos) del convento de Santa Clara para, en tres grupos y horario diferente, admirar la extraordinaria exposición de “Murillo y su estela en Sevilla”. Visita guiada y muy bien guiada por Alberto, quien nos dio unas explicaciones que después de escucharlas con atención, todos salimos admirando a Murillo mucho más que antes de entrar y nos sirvió para reconocer “la estela”, que como buen maestro, dejó patente hasta entrado el siglo XIX.

Para terminar decir, que ha sido una excursión fabulosa, hemos comido bien en el albergue Inturjoven de Sevilla. Visita que a veces pareciera más una marcha de nuestros compañeros de “senderismo” que una excursión cultural por la cantidad de horas andadas por la ciudad. Ánimo y que se repita, pues el Centro de Sevilla (uno de los más grandes de toda Europa) hay que contemplarlo andando y si se desea, tapeando.

Hasta la próxima.

                                                       Fco. Rodríguez

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Por Casyufera