Sáb. Abr 27th, 2024

Iniciamos nuestro viaje a Portugal a las 7:30 de la mañana con 41 participantes.

Paramos a desayunar en el área de servicio de Aguadulce, continuando después hacia el pueblo portugués de Porches donde se ubicaba nuestro hotel.

Este hotel de la cadena Be Live Palmeiras Village de 4 estrellas merece un comentario aparte.

A nuestra llegada nos pusieron la pulserita de «todo incluido» y realmente era todo incluido, desde las cervezas y vinos antes y durante las comidas, a los cafés y copas después de las comidas. Por las noches, espectáculos y bailes para la celebración de San Valentin amenizando la cena con un cantante tocando el piano.. También tenemos que resaltar la amabilidad del personal de este hotel.

Después de almorzar y descansar un rato nos dirigimos a nuestro primer destino, el pueblo costero de Albufeira, con unas bonitas playas y unas callejuelas empedradas.

A la mañana siguiente nos dirigimos al faro de san Vicente, construido dentro de la Fortaleza de San Vicente del siglo XVI con unos magníficos acantilados y vistas espectaculares al océano atlántico.

Por la tarde nos desplazamos a dos pueblos costeros: Lagos y Portimäo.

El primero es conocido por sus famosos acantilados (que no pudimos ver por la época en la que estamos), por su monumento a Don Enrique el Navegante y su fortaleza junto al mar.

En el segundo destacaba su iglesia barroca, los bancos de cerámica del parque, un interesante museo de la industria conservera de la localidad con una pasarela sobre el mar decorada con unas originales cestas en el techo.

Aquí tengo que decir que la visita al cabo de San Vicente no estaba incluida en el programa, pero previa autorización a nuestra guía Iris y a Antonio nuestro chofer, que nos dedicaron su tarde libre, pudimos desplazarnos al cabo.

Ya el miércoles y después de un completísimo y abundante desayuno, emprendimos nuestro regreso parando en el pueblo fronterizo de San Antonio, donde visitamos la iglesia, y las tiendas turísticas.

Y ya para el broche final de este viaje, el restaurante «Chocaito» de Bollullos del Condado.

Allí, en esos salones, donde cabían cuatro o cinco autobuses, dimos buena cuenta de un almuerzo pantagruélico: ensalada, pescado, mariscada, embutido ibérico y postres variados. Una exageración. Era tanto la cantidad que más de uno nos trajimos un tupper con lo que no nos pudimos comer.

Llegamos a Málaga sobre las ochos de la noche, después de haber disfrutado de estas localidades costeras del Algarve, vocablo árabe que significa occidente.

 

Mari Paz Martínez Paradinas.

 

 

 

 

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